Son pequeños, más asequibles económicamente y no requieren de instalación previa, pero ¿merece la pena? Depende del uso y las circunstancias. Puede resultar útil comprar un aire acondicionado portátil, pero tienen una lista de pegas que pueden hacer descartar su compra. A continuación pasamos a detallar cada una de las situaciones que se pueden dar.
Su funcionamiento es casi como el del aire acondicionado normal pero no son tan eficientes, porque el tubo emite calor en su recorrido hacia el exterior y el condensador (que es la máquina que suele estar fuera) usa el aire frío de la habitación en vez del aire caliente del exterior, pero consiguen enfriar con soltura una superficie solo ligeramente inferior a la que prometen.
Su movilidad es bastante sencilla, puedo llevarlo de una habitación a otra y la instalación del tubo que va a la ventana es sencilla. Económicamente hablando, hay modelos para todos los bolsillos. Desde los más económicos en torno a los 200 euros(que enfrían unos 10-15 metros cuadrados), hasta los más grandes que cuestan unos 600 euros y enfrían superficies de 30 o 40 metros cuadrados.
En cuanto al consumo, es bastante mayor, no utilizan la tecnología Inverter —que regula el funcionamiento del compresor— por lo que siempre trabaja a toda potencia, apagándose cuando llega a la temperatura establecida y volviéndose a encender ésta vuelve a subir.
Generan bastante más ruido, puesto que tenemos el compresor dentro y en el aire acondicionado tradicional el compresor está en el aparato exterior. El ruido está en torno a los 50 o 55dB.
En conclusión, si quieres enfriar una estancia durante un tiempo está bien, o si vives solo y no necesitas enfriar toda la casa, pero para un uso familiar en el que hay personas en diferentes estancias, no merece la pena.
Esperamos haberte ayudado en tu decisión.