Antes de considerar la oportunidad de reparar nuestro equipo de aire acondicionado o adquirir uno nuevo, debemos plantearnos cuál es su vida media, el periodo aproximado en que éste puede funcionar de manera eficiente, así como los diferentes factores que hacen que ese periodo sea mayor o menor.
En líneas generales, un equipo convencional debería funcionar adecuadamente no menos de 10 años. No obstante, tomando ese periodo como referencia, tendremos que plantearnos diversos interrogantes: ¿cuánto tiempo está en funcionamiento regularmente el equipo?; ¿ha sido objeto de reparaciones?; de la cantidad y regularidad de esas reparaciones ¿podemos deducir que su mantenimiento ha sido adecuado o incorrecto?.
Como vemos, todos estos factores pueden hacer variar esa vida media de un aire acondicionado, que habíamos situado en 10 años. Del mismo modo, según su funcionamiento y lo adecuado de su uso, los equipos pueden más o menos propensos a las averías, cuyo coste depende de su gravedad.
Haciendo un mantenimiento correcto, conseguiremos alargar la vida útil de nuestro equipo.
Entre las averías más asequibles económicamente, puede ocurrir que unas habitaciones alcancen más temperatura que otras, debido a que el aire del sistema no está equilibrado o no hay amortiguadores. También puede ocurrir que el termostato no mantenga la temperatura definida debido a que no está adecuadamente calibrado o defectuoso
Si el aire acondicionado presenta fugas dentro de casa, puede deberse a que el drenaje está detenido, se ha oxidado la bobina del evaporador o la unidad está congelada.
Otras reparaciones requieren un desembolso económico ostensiblemente mayor, que puede hacer que nos planteemos las posibilidad de adquirir un equipo de aire acondicionado nuevo. Entre esas averías están la audición de un ruido constante, es decir, el equipo de aire acondicionado tararea, pero el ventilador no funciona. Ello puede deberse a que el motor del ventilador está defectuoso, hay un cable quemado o uno de los condensadores no funciona correctamente.
Si la unidad exterior no funciona, podemos encontrarnos ante problemas sensiblemente más graves, por ejemplo, que no haya alimentación desde la CA a la unidad exterior debido a un interruptor defectuoso o un cable quemado. Esta situación también puede deberse a un defecto en el transformador, el termostato o el contactor, así como a un posible alambre quemado en el contactor.
Estas son todas averías que debería revisar un técnico y que, según su gravedad, podrían llevarnos a cambiar de equipo, ya que algunas reparaciones, que requieren conocimientos y material muy especializado, sólo pueden emprenderse si se está dispuesto a asumir un coste muy elevado.